A veces nos creemos Dios y lo pagamos. Yo pensé que era intocable, resistente a todo: Comiendo shawarmas en puestecitos de la calle, zumos con vasos rechupados, falafel servido por un chaval que se estaba sacando el gran moco de la nariz. Pensé que estaba en otro nivel, que esas cosas les pasaban a los débiles y a los timoratos.Dios debió decidir que merecía ver mi faceta humana, así que el martes pasado, cuando pensábamos haber pirado a pasar la noche a Damasco nada más salir de la ofi, tuvimos que esperar en casa a ver si yo era capaz de estar alejado de la taza del adios, de no cabalgar el poni de porcelana.

Finalmente, sobre las 6, le eché huevos y al igual que Cosme Churruca ante los franceses la noche anterior al lío de Trafalgar, a pesar del riesgo que sabía que conllevaba y la ausencia de algo mejor a un agujero, me lancé!!!

La putada de salir tan tarde es que te sueles comer los transportes má s cutres, en este caso unos coches americanos con más años que la vice De La Vega, que hacen el trayecto si no peta alguna pieza. Eso sí, yo iba encantado, porque me recordaba a los viajes en el R8 de mi abuelo. El motor sonaba como el de una fuera borda en el mar... que cutrerío y a la vez que buenos recuerdos.

La faena es que el taxi esta vez fue lleno, tocándome entre un árabe y la loca asturiana. Lo mejor del trayecto: En una de las múltiples cabezadas que eché, me encontré al

tío sobado con la cabeza en mi hombro, así que allí me veis, de brazos cruzados en el asiento del medio para no despertar al colega.

Este día no tendría más que contar si no fuese que nos pasó como a María y a San José, cuando llegaron a Belen y estaba todo petado. Menos mal que Lucía no está embarazada porque me da algo.

Eran las 11.30 de la noche, en Damasco y ya habíamos preguntado en 3 hoteles- pensión-fonda-infierno y no había nada vacío como no fuese compartir habitación. Encima, discutiendo con Lucía porque en el último sitio había un viejo de 1 millón de años en la recepción que primero le echó un pulso a Lucía y que perdió la joven de una manera miserable. Después me lo echó a mí.

Después de un minuto, el viejo, a pesar de haberse desgarrado los esfínteres del esfuerzo y descojonado el brazo, no había conseguido aún moverme. Y de repente oigo a la traidora: Deja ganar a la momia, a ver si nos da habitación!! Y me dejé. El viejillo se quedó por lo menos contento. Lo que aún no sé es por qué echó un pulso a un vivo si sabía que no iba a ganar!! Pero ni por esas: Todo completo.

Viendo que nos íbamos a tener siquiera un pesebre con buey y borriquito donde echarnos, nos dirigimos al cuarto hostal. Allí nos dijeron que habitaciones no les quedaban pero que podían tener una solución:
2 colchones en el tejado junto a otras 5 personas. Mi intención al verlo era decir que ni loco pero al girarme y ver la cara de satisfacción de Lucía no quedo otra. Ya puedo decir que he tocado fondo. No creo que nunca otra vez un hotel me parezca cutre.

Ahora veo la biblia de otra manera. María y José eran Backpackers, rom pom pom pom!!