Finalmente ha vuelto Lucía y la vida ha retornado a la normalidad. Se acabó vivir rodeado de mierda victima del síndrome de Diógenes, andar en pelotas para no gastar ropa y disfrutar de la brisilla de casa (A partir de ahora gallumbos), poner la tele a tope para poder oirla desde el baño, meter en su nevera todo lo que se pone malo y almacenar en su cuarto mi ropa sucia.
El melón aún me hace compañía, pero creo que Lucía y él no se llevan bien.. temas de celos. Al principio pensé que comprarme/ adoptar un melón me serviría para combatir la soledad, pero me preocupaba acabar chota por hablarle. Sin embargo, me quedé mucho más tranquilo cuando comenzó a contestarme y que no debía preocuparme de nada, que él estaría ahí en forma de voces y que quizá Lucía sea la reencarnación del mal...
Pero me alegro de que no viniese antes... por que el día anterior, al salir de la oficina, me caí.
Gracias a las aceras de 40 centímetros de altura, me di una galleta de aupa. No fue el típico tropezón, o un simple traspiés. Fue una caida de esas de señor mayor.
Iba yo todo tranquilo, camino de casa y con hambre, cuando crucé la calle. Al ir a volver de nuevo a la acera, debido a su gran altura, me di bastante impulso. Mientras, yo iba pensando en mis cosas, con las manos en los bolsillos. Cuando ya tenía todo el peso puesto sobre la pierna que iba a tocar suelo, el pie chocó con el bordillo y comenzó el desequilibrio, la caida, el golpe.
Al llevar las manos en los bolsillos llegué tarde a protegerme, la altura del bordillo impidió que pudiese corregir y tratar de recuperar el equilibrio. De lo malo malo tuve suerte de no lastimarme, aparte de abrasiones en la mano y vergüenza a niveles no conocidos.
Eso sí, lo primero que pensé: Que no me haya visto nadie, que no me haya visto nadie... girar la cabeza y ver una familia de árabes que esperaba a un taxi mirándome. Pensarían que iba de alcohol y porno hasta las orejas.
Lo siguiente fue: Menos mal que no está Lucía porque se estaría riendo, y riendo... y seguramente, en estos mismos momentos, aún se estaría riendo.
3 comentarios:
"...me preocupaba acabar chota por hablarle..."
tarde, Íñigo, tarde...
(y por eso te queremos... :)
Algun dia contare la verdadera historia del melón, y entonces....
Hoy no la cuento porque me vas a hacer una tortillita al horno....VERDAD QUE SI?
Dani, me dice melón que e haga mal!!
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