
Aaaaaah, another day, another dollar... Hoy es día de elecciones en Jordania, donde se vota alcalde, por lo que el Gobierno jordano decidió instaurar la fecha de hoy como festiva de forma que cada uno pudiese ir a depositar su voto.
A que no sabeis quién ha venido a currar hoy??
Además, es
San Ignacio (Fundador de la Compañía de Jesús y que anteriormente se llamaba Iñigo Oñaz de Loyola. Se lo cambió por tener un nombre que existiese en latín y por tanto más universal... sin comentarios), mi santo. En el País Vasco es fiesta también

, pero para mí no!! No se respetan mis derechos forales, ja ja!!! Curro más que Cálico Electrónico.
En fin, en ausencia de Lucía, lo celebraré solo, con un pastel y una vela en medio... (Pa qué coño querré la vela??
En fin. Sigo con el viaje a
Aleppo y Palmyra.
La mañana del jueves la pasamos en la ciudadela de Aleppo, una fortificación construida sobre una colina artificial rodeada por un foso.
Es ciertamente impresionante ya que ha sido restaurada por el exterior y están actualmente trabajando en el interior. Es curiosa la imagen de decorado de spaghetti- western en Almería, perfecto por fuera, vacío poe dentro.
Dentro tiene una mezquita, unos baños turcos, depósitos de agua (Que aún guardan un alto grado de humedad), un palacio y jardines, entre otras cosas. Hay mil pasadizos que se pueden recorrer y unas vistas desde la muralla que te permiten divisar toda la ciudad y ver si el infiel cruzado se acerca.
Como últimamente estoy haciendo pruebitas con el editor de video y me parece que la mejor forma de que veais de lo que hablo es viendolo, os cuelgo lo que grabé. Es importante el sonido!!
Ya me contareis qué os parece.
Esa noche la voy a recordar siempre por lo a gusto que me sentí con esta gente estando tan lejos, y también por todas las cosas que hablamos.
Esta última foto ilustra cómo hay que apañarselas para ir 4 sentados en la parte tr
asera de un taxi tamaño caja de cerillas. Y es que aquí los taxis son todos como un Chevrolet o un Hunday modelo huevo.
Además, por el camino, el taxista tuvo que parar a abrirnos la ventanas (El muy pajaro había quitado las manillas para que no se las robasen) ya que hacía un calor que nos podíamos haber quedado.
El final de esa noche, en casa, quizá lo cuente otro día.
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