martes, agosto 14, 2007




Estupenda lluvia de estrellas la de anoche. Si se cumplen todos mis deseos, ya podeis ir buscando sitio en la cola del paro o haceros a la idea de que habreis de volver a aparearos con primates, los cuales solo respetan a su madre, sin diferencia de sexo.


Después de darme un tour por diferentes blogs de ámbito muy diverso, os dejo un par de ellos que os vana poner los pelines como escarpias. Uno es sobre un parásito que controla mentalmente a su víctima, y el otro es sobre los posibles viajes en el tiempo en un futuro. Vibrante, eh? Estas cosas realmente me apasionan.

Vale ya sé que lo lógico sería que pusiese las fotos del viaje a Dana del finde, pero para variar, me las he dejado en casa y resulta que hay gente que considera que el trabajo es más importante que un blog y no debo ir a casa a buscarlas. Lo cuelgo a la tarde.

Volviendo a lo de los blogs que he visto, me ha pasado una cosa de esas estilo Expediente X o Lost. Buscaba unas fotos de Jordania por Internet, y de repente, en un blog con fotos chulas de Jordania me he encontrado el cuento del Conde Sisebuto, que hacía años que no oía y que no pensaba volver a oirla más.

Para los frikis, me siento como Desmond en Lost, con la canción de Mama Cass... Maldita canción que desde hace meses me despierta cada mañana. Aquí os dejo el cuento olvidado del Conde Sisebuto




A cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo,
existe un castillo viejo
que edificó Chindasvinto.

Perteneció a un gran señor
algo feudal y algo bruto;
se llamaba Sisebuto,
y su esposa, Leonor.

Era una noche de invierno,
noche cruda y tenebrosa,
noche sombría, espantosa,
noche atroz, noche de infierno,
noche fría, noche helada,
noche triste, noche oscura,
noche llena de amargura,
noche infausta, noche airada.

Cabalgando en un corcel
de color verde botella,
raudo como una centella
llega al castillo un doncel.
Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas,
¡como no lleva paraguas
viene el pobre hecho una sopa!

Salta el foso, llega al muro,
la poterna está cerrada.
-¡Me ha dado mico mi amada!-exclama-.
¡Vaya un apuro!

De pronto, algo que resbala
siente sobre su cabeza,
extiende el brazo, y tropieza
¡con la cuerda de una escala!

Trepa que trepa que trepa,
sube que sube que sube,
en brazos cae de un querube,
la hija del conde, la Pepa.

-Lisardo ... mi bien, mi anhelo,
único ser que yo adoro,
el de los cabellos de oro,
el de la nariz de cielo,
¿qué sientes, di, dueño mío?,
¿no sientes nada a mi lado?,
¿que sientes, Lisardo amado?
Y él responde: -Siento frío.-
¿Frío has dicho? Eso me espanta.
¿Frío has dicho? eso me inquieta.
Pues toma esa manta.

-Ahora hablemos del cariño
que nuestras almas disloca.
Yo te amo como una loca.
-Yo te adoro como un niño.
-Mi pasión raya en locura,
si no me quieres, me mato.

-La mía es un arrebato,
si me olvidas, me hago cura.
-¿Cura tú? ¡Por Dios bendito!
No repitas esas frases,
¡en jamás de los jamases!
¡Pues estaría bonito!

Hija soy de Sisebuto
desde mi más tierna infancia,
y aunque es mucha mi arrogancia,
y aunque es un padre muy bruto,
y aunque temo sus furores,
y aunque sé a lo que me expongo,huyamos...

Bien dicho, bien has hablado,
huyamos aunque se enojen,
y si algún día nos cogen,
¡que nos quiten lo bailado!

En esto, un ronco ladrido
retumba potente y fiero.
-¿Oyes? -dice el caballero-,
es el perro que me ha olido.

Se abre una puerta excusada
y, cual terrible huracán,
entra un hombre...,
luego un can...,
luego nadie...,
luego nada...-

¡Hija infame! -ruge el conde.
¿Qué haces con este señor?
¿Dónde has dejado mi honor?
¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?. ¿dónde?

Después, sacando un puñal,
de un solo golpe certero
le enterró el cortante acero
junto a la espina dorsal.

El joven, naturalmente,
se murió como un conejo.
Ella frunció el entrecejo
y enloqueció de repente.

También quedó el conde loco
de resultas del espanto,
y el perro... no llegó a tanto,
pero le faltó muy poco.

Y aquí acaba la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda,
de aquel castillo viejo
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.
Lo que mola es oirlo recitado.

2 comentarios:

Ouhhyeah dijo...

Los pelines como escarpias te lso voy a dejar yo con esta premonición... veo amman llena de gatos....
Creo que tu eres el parasito y yo controlo tu mente

Alex dijo...

Jeje, que grande el poema. Yo conocía otra versión, que añadía más ramas al árbol genealógico del conde:

Y Cunergunda su hermana
y su madre Berenguela
y una tía de su abuela
atendía por Mariana

Y su cuñado Vitelio
Y Cleopatra su tía
Y su prima Rosalía
Y su hermano mayor Rogelio

Y por cierto, el joven no "se murió". El joven, naturalmente, "la diñó" como un conejo, que queda más sangriento.

Recuérdame que te mande uno sobre las reglas de las siete y media.