Aquí me teneis, haciendo del monstruo de las galletas... porque vaya galletaza que me di al sacar la foto. Para los que me conoceis, ya sabeis cómo me gusta sacar las fotos con trípode para poder salir todos y que no falte siempre alguien. Para los que no me conozcais, y sobre todo para vosotras, que sepais que estoy muchísimo más bueno al natural.
Apreciese (Al pinchar en la foto) a los dos pequeños cabrones riendose, una doblada pa alante, el otro pa atrás.
En fin, que de esto hablo un poco más abajo.

Estamo ya en el segundo día de pirulo libanés. Levantarse, ducharse... sí, nos atrevimos a ducharnos todos aquí (A alguna se le oía pegar grititos) La verdad es que este año me estoy estoy abriendo mi mente y haciendo cosas q no habría hecho antes y que ahora hasta disfruto haciendo (Mucho queda para que siquiera me atreva a mirar al agujero del suelo en los baños árabes) Me refiero a dormir en la habitación esa.

Y rumbo en coche para Baalbek!! Pablo, nuevo conductor, demostró que el peligro de conducir por Líbano no tiene porqué venir de los otros conductores, libaneses (Pablo, te quiero!!) Creo que me salieron canas en este viaje.

Comenzamos la rondita con una visita al mismo Trípoli: Un paseo por su zoco y ascensión al castillo árabe que domina la ciudad. Lo bonito de estas construcciones es que son un libro de historia en si mismo, ya que recogen los estilos de las distintas culturas que lo tomaron: Árabes, cruzados, turcos, etc.

Me extasié de sacar fotos.. Bueno no solo aquí sino en todo el viaje. Os cuelgo distintas vistas del castillo, para que veais lo bien conservado que estaba y los distintos estilos arquitectónicos.. y si os fijais bie, en una de las fotos se ve al Bulgar Hombre de los caramelos.
Era una pasada lo bien conservado que estaba y la posibilidad que babía de visitar pasadizos y tuneles. La escalera en la que aparece Lucía me impactó: Parecía tan frágil y sin embargo ahí, después de cientos de años.

Nuevamente apreciamos la ausencia de turismo en la zona, teniendo el sitio solo para nosotros y un grupo de estudiantes árabes. Por cierto, como podrán corroborar mis agradables compañeros de viaje, una de las niñas de ese grupo, de unos 16 años, se me quedó mirando fijamente con unos ojos verdes superprofundos... no os podeis imaginar la miradita... no sé porqué me miraba así, pero me dio miedo... y encima todo descarada, sin retirar la mirada cuando yo le devolvía la mirada para que dejase de mirarme (Mira mira que entre tanta mirada me ha quedado un trabalenguas, je je)

Se acercaba el mediodía y aún había que cruzar las montañas para ver los cedros típicos y llegar a Baalbek, con unas ruinas romanas impresionantes.

Al llegar a Bzarré tuvimos que parar y sacarnos unas fotos... las montañas nevadas, sus pueblecitos, que parecían europeos en lugar de Oriente medio. Era super chulo ver la convivencia de las mezquitas con las iglesias cristianas, aparte de dar un toque muy bucólico al paisaje.
Habíamos pasado en tan solo cien kilómetros de las cálidas playas mediterraneas a las nevadas montañas.

Para llegar, paramos a preguntar (Ya sabeis, Women´s way of reaching to places: let´s stop and ask somebody. Si hubiesemos hecho esto en aquel infame viaje a Jerash...) un vendedor de verduras (Mejor no haberlo hecho), a un vendedor de toallas de spiderman (Molaban pero su uso implicaba el paso del dibujo a tu espalda en el primer secado) y a otro conductor. Este último nos dijo que no podríamos llegar a Baalbek ya que la carretera estaba cortada debido a que aun había dos metros de nieve en la carretera.
En lo que viene a ser una costumbre recientemente arraigada la de pensar que los lugareños son unos catetos y unos gañanes, pensamos

(Bueno, lo pensé yo y convencía al resto de la tropa) que no tenía ni puta idea de nada el hombre, ya que no había nevado en más de un mes y que nos lo habría dicho por hacerse el interesante...

Al llegar a los cedros, no quedó otra q envainarmela y asumir que el próximo consejo que me diese un local lo recibiría como auténtico oro puro, y es que allí había nieve para montar una estación de sky, de hecho la había.
Tres metros de nieve cortaban la carretera.

Nuevamente se demostró que la planificación conlleva improvisación, por lo que cambiamod e planes: En lugar de ir hasta Baalbek, decidimos quedarnos por la zona, comiendo, paseando entre los cedros (Es el arbol típico libanés y pertenece a su bandera), observando el paisaje y después volver tranquilamente a Beirut.
El problema es que Lucía se descompensa con la nieve (Recordad aquel post emarzo en el que comentaba como chupaba la ventana al ver nevar) por lo que le da por empezar a dar bolazos a la peña (Y a pegar grititos que generarían avalanchas en un congelador) y echar nieve en los asientos del coche, en concreto en el mio, para hacerme más fresquita la vuelta.

Lamentablemente, tuve que enseñarle que no se tira nieve dentro del coche (Ni se descojona uno cuando ve a su compi cuando poniendo el automático para una foto mete el pie en una zanja y se da la gran Ma
ría Fontaneda) metiendole nieve en los pantalones. Adjunto foto en la que se ve el cambio de look de la niña forzado por la icompatibilidad de la nieve y los vaqueros.

Si ampliais la foto en la que salgo cogiendo a la asturiana a la vasca, podreis verla carretera serpenteante cubierta de nieve.


En la vuelta, no nos quedaba otra que desandar el camino, paramos a echar unas fotos, con la niebla entrando al valle y los canticos de Viernes Santo de las iglesias cristianas subiendo por la montaña... increible. Me recordó a la escena de Robert de Niro persiguiendo un ciervo en "El cazador".

El viaje a Beirut no tiene misterio, por lo menos para mi, ya que me pegué una siesta de libro. Despertar justo para entrar en Beirut y guiar a Pablo con el plano. Ciertamente hicimos una buena pareja al volante, eh Pablo?
Este hotel ya parecía el Hilton comparado con la pensión la que habíamos pasado la noche anterior. Cambio de ropa, chapa y pintura y prestos para darlo todo en la famosa noche libanesa.

Decidimos caminar un poquito, y tras caminar entre tanques, soldados, alambradas (Hablar un poquito de árabe con los soldados cuando te preguntaban algo te hacía sentirte como Clooney en Syriana), un campamento de Hezbollah y un puesto de comida, llegamos a la zona de ambiente. El cansacio hizo mella en nosotros y tras cenar en un chino no tomamos un par de coctails en un pub muy chulo y no retiramos. Me encntó eso de los coctails: No sabía yo el juego que podía dar Frangelico con Bauleys y batido de platano y canela... Kiss on the lips: Delicioso

Como colofón a un día perfecto e intenso, volver a casa en uno de esos taxis Mercedes típicos de Oriente medio.